Bizcocho de la abuela

La receta de hoy me trae muchísimos recuerdos porque os puedo asegurar que es una de las cosas que más recuerdo de mi infancia. Para mí es una de esas recetas de familia, de esas que no aprendes en los recetarios, de esas que pasan de madre a hija, nietos y en mi caso bisnietos. Siempre le hemos llamado el Bizcocho de la Abuela porque aunque era mi bisabuela la que lo hacía para mí siempre fue la abuela, Mª Otilia se llamaba, un nombre castellano se esos que ahora nos suena tan lejano.
No tengo muy claro cuál es su origen ya que el típico bizcocho salmantino es el que llaman Bollo Maimón y se suele ofrecer en bodas, comuniones o bautizos y además no tiene nada que ver con este, pues el Bollo Maimón es esponjoso y ligero y este bizcocho es contundente y de peso.
Reconozco que era un poco pesadita todo el día pidiendo a mi ama que me hiciese el bizcocho de marras y claro está, para  mi gusto mi madre no lo hacía lo suficientemente a menudo para conformarme, me acuerdo una vez que habiendo entrado el microondas en casa por primera vez hacía ya algún tiempo, mi madre decidió

experimentar metiéndolo al micro en vez de al horno, como os imaginareis el resultado no fue mi satisfactorio, pero no penséis que fue a la basura, no, quedó duro como una piedra, igualito que una barra de pan de la semana pasada pero Sarita se lo comió, enterito, la escasez bizcochil no permitía desperdiciar algo así. Aquella vez quedó duro pero lo normal es que quedase apelmazadillo por el centro y eso era lo que a mí más me gustaba, porque sí, señores, ¡¡yo soy de las que se come la masa cruda!!

INGREDIENTES:

2 huevos
3 tazas de harina
1 taza de aceite
2 tazas de azúcar
1 copa de anís
1 taza de leche
1 sobre de levadura tipo royal
una pizca de sal
ralladura de naranja

Separamos las claras de las yemas. Juntamos las yemas con la mitad del azúcar y batimos hasta que blanqueen, a continuación vamos incorporando de manera alterna la leche y el aceite, después añadimos el anís y la ralladura. Tamizamos la harina con la levadura y la vamos mezclando con el resto de la masa. 
Por último batimos las claras con la sal, a punto de nieve, cuando este ya casi montada, incorporamos el resto del azúcar.
Repartimos la mezcla en dos moldes previamente enharinados e introducimos en el horno que habremos calentado previamente a 180º de 45 minutos a una hora, con calor abajo.
Una vez pasado este tiempo o cuando ya esté dorado, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar sobre una rejilla. 
Para una bonita presentación podéis espolvorear azúcar glass por encima.

La de la foto es la Paquita, mi abuela, la verdad que si a veces este bizcocho puede quedar apelmazado, ella se lleva la palma, pero yo también me lo comía.

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