RESTAURANTE CURRITO

Esta semana seguimos hablando de cocina pero desde un punto de vista diferente, el comensal.
El sábado hicimos una escapadita con la family, habíamos reservado hace unos 15 días a través de la web www.eltenedor.es para comer en Currito, en Santurtzi, mi ciudad natal. Esta web te ofrece descuentos y promociones de diferentes restaurantes a lo largo de todo el territorio. Es una forma fácil y más económica de salir a comer sin necesidad de resentir en exceso el bolsillo, en nuestro caso con un 40% de descuento sobre la comida y dentro de las condiciones que ofrece la web.

Yo estaba bastante ilusionada porque para mí, que me criado en Santurtzi Currito es un clásico de la cocina vasca y a los ojos de la niña que era entonces casi, casi de fama internacional. Me acuerdo cuando era pequeña de algunos domingos que después de comer las rabas por la Txitxarra subiamos a casa pasando por la tienda que tenían en aquella época y mi ama compraba bacalao al pil pil o a la bizkaina para degustar en casa. He de decir que degustaban ellos, ya que yo en esos años era muy, muy pero que muy mala comedora.

Dado que íbamos a Santutzi, cada vez que voy no puedo pasar sin ir al Lagun Etxea en la Txitxarra y comer un pintxo de croquetas, de esas que también me llevan a mi niñez y que son exquisitas, sencillas, de jamón york y huevo, grandotas y cremosas, que junto con el pintxo de bacalao, todo un clásico del bar.
Vamos al turrón que me enrollo de mala manera.
Teníamos reservado mesa en la ventana para poder disfrutar de las geniales vistas del chalet.

Claro está que lo primero que te llama la atención cuando entras al comedor son esas geniales vistas que llenan todo de luz, entonces te sientas y empiezas a fijarte en los pequeños detalles y te das cuenta que toda esa entrada de luz y esas maravillosas vistas no tapan lo obsoleta que se ha quedado la decoración del restaurante.
Te sientas en unas sillas que queriendo ser antiguas, se convierten en viejas y además por unanimidad en la mesa realmente incomodas. Acompañando al peso de las maderas nobles y en tonos oscuros que son protagonistas por todo el chalet, tenemos una pared de viejo gotelé, no sólo desacertada en color, sino con un tono además espantoso. No entiendo verdaderamente cómo alguien ha podido dar de paso un color así que empobrece la maderas, los techos, que por cierto amarilleaban y todos los pequeños detalles que con cualquier otro color brillarían por si sólos.

También comentar el cristo del segundo piso en el que diferentes arreglos han descoordinado totalmente el conjunto. Subes al baño que se encuentra situado en la parte superior y ya a mitad de la escalera alzas la vista y tu visión se choca con una puerta blanca, lacada en plan cutre con rodillo que desentona completamente con el resto del conjunto la barrandilla de la escalera, el suelo, otras puertas cercanas y todo en tonos nogal. ¿Qué pintan hay unas puertas blancas? Será para coordinarlas con el horrible entelado del baño….
En definitiva, si no es tan horrible todo esto como lo describo, con una mano de pintura se solucionaría, con una amplia gama de colores a elegir, eso sí tapando bien los marcos para que no se tiñan del mismo color que la pared.

¿Qué os parece si comemos ya?
Primero pedimos tres entrantes para compartir, todos ellos de una calidad correcta.
Almejas a la plancha.

Gambas a la plancha.

Mollejas de cordero. ¡¡Horror!! me falta la foto. Buenísimas.

Los segundos, pues aquí me sorprendí un poco porque pensando yo que la mayoría íbamos a escoger pescado, fui yo la única. Comentar también que nos hicieron esperar un montón por los segundos.
Callos y morros en salsa, una que no prometía bizkaina pero parecía que quería serlo, en fin estaban ricos.

Manitas de cerdo en salsa.

Solomillo a la plancha.

Bacalao al pil pil. El restaurante está especializado en bacalao. Me lo sacaron templado más bien frío y con el pil pil desligado, ya se aprecia en la foto como se va soltado el aceite de la salsa. La calidad de bacalao, correcta.

Los postres son sencillos pero bien hechos.
Tostadas de crema que si querías te flambeaban con anís.

Pastelitos de crema con una rica crema pastelera.

Biscuit con chocolate caliente. Dentro de un bol de galleta, concretamente la masa que se usa para las tejas. Un rico contraste el cras cras del biscuit frío con el chocolate caliente.

En definitiva la atención muy buena, mi hija se hizo al final con tres ricas tejas, obsequio de la camarera, de las que no quedaron ni las migas.

El resultado final al bolsillo fue de 35 €uracos por persona, ya con el descuento y mi opinión, es que si hubiera tenido que pagar un 40% más hubiera salido francamente descontenta. A pesar de la calidad de la materia prima los detalles negativos de los cuales os he hablado hacen que no repita.

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